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viernes, 13 de noviembre de 2015

R.D.C. ¡¡VOLANDO VOY!!

 
 
 
 
 

Durante aproximadamente diez horas, estoy encerrada en ese pájaro de grandes alas sobrevolando el cielo. Empiezo a sentir claustrofobia, no es para menos, son demasiadas horas encerrada y, suspendida en el aire. Aunque ya he hecho este viaje tres veces, siempre que estoy a punto de llegar me pasa lo mismo, la ansiedad empieza a superarme. Llevo tanto tiempo sentada, que creo que hasta se me ha borrado la raya del culo.
 
Una vez empezada la novela, no he podido parar de leerla, es cortita y, tiene partes muy divertidas. Después de que unas amables azafatas nos sirvieran el almuerzo, me he puesto cómoda y, he conseguido dormir un par de horas y, no, no he tenido ningún sueño raro, he dormido plácidamente. Nos acaban de anunciar que estamos a puntito de aterrizar, que apenas nos queda meda hora de vuelo. ¡Bien, estoy deseando pisar suelo firme! No es que me asuste volar, para nada, pero vuelvo a repetir, tantas horas aquí encerrada, me agobian un montón. Intento relajarme pensando que mañana, pasaré el día tirada literalmente en una tumbona tostándome al sol y, bebiendo esos cócteles tan deliciosos que hacen en la isla. Mis dos primeros días en Ibiza, siempre son iguales, no hago absolutamente nada, a parte de lo dicho claro, retozar en la playita o, en la piscina del hotel. Luego, el resto del tiempo siempre busco algo que hacer por la mañanas, hay sitios maravillosos que nunca me canso de visitar.

Ya está, ya he recogido la maleta y, en estos momentos voy en un taxi camino de mi destino. Me hospedo en el hotel “Figueras!, a pie de playa. Es un hotel sencillo, rodeado de palmeras, con una terrazas increíbles con vistas al mar y a la piscina. La verdad, que es muy cuco y tranquilo, esta es la segunda vez que me hospedo en él y, si Dios quiere, seguiré haciéndolo durante mucho tiempo.
 
 
Cuando termino de registrar mi entrada en recepción, voy a los ascensores para subir a mi habitación, detrás de mi, un chico moreno y, guapísimo me acompaña con la maleta. En cuanto termino de colocar mis cosas en el inmenso armario, me tumbo en la cama, ¡Dios, estoy agotada no, lo siguiente! Pese a que se me cierran los ojos, tengo tanta hambre que decido llamar para que me sirvan algo ligero de cenar aquí en la habitación. Me como la ensalada cesar sentada en la terraza, disfrutando de las extraordinarias vistas que tengo desde ésta. Tengo diez días para disfrutar de todo esto a tope y, no os quepa ninguna duda que lo haré.
 

Los rayos del sol, entran con fuerza en la habitación. Ayer, en cuanto apoyé la cabeza en la almohada, me quedé frita y, ni cuenta me di de correr las cortinas, por eso ahora, a las ocho de la mañana estoy despierta y, tapándome la cara con una almohada porque me molesta tanta claridad. Completamente segura de que no podré volver a dormirme, me meto en el cuarto de baño y, me doy una ducha para acabar de despejarme. Me pongo un biquini blanco, el vestido camisero en distintos tonos de rosa, unas sandalias planas y, con el pelo recogido en una alta cola de caballo y, la bolsa de la playa en una mano, bajo a desayunar.
 

Hablo español bastante bien, pero no sé escribirlo, por eso cuando estoy aquí, intento por todos los medios que la gente me hable en este idioma, me gusta practicarlo y, pasar desapercibida, esto último es más complicado de conseguir porque parezco copito de nieve de lo blanca que estoy, teníais que ver lo morena que está la gente por estos lares. Me consuelo pensando que cuando mi estancia aquí finalice, tendré un bonito color tostado.
 

El día pasa en un pispás. Después de comer, he pasado toda la tarde en la playa, escuchando música y, leyendo. Ahora estoy en mi habitación poniéndome mona para ir a cenar, he visto un restaurante italiano cuando volvía de la playa y, allí es donde iré, me apetecen unos buenos fetuccini al pesto, se me hace la boca agua solo de pensarlo. Me pongo unos tejanos oscuros, ajustados y, una camiseta de tirante azul marino. Cojo del armario la cazadora vaquera y me calzo los zapatos de tacón. Cuando estoy a punto de salir por la puerta, me llega un mensaje al móvil, nerviosa temiéndome quien pueda ser el remitente, lo leo, pero no es él, es Rebeca.
 
 
«Hola bombón, ¿qué tal tu primer día de vacaciones? Seguro que estupendamente. No sabes lo que me gustaría estar contigo, por aquí el ambiente esta muy caldeado. No sé que mosca le ha picado al jefe para que esté de tan mala leche... Esto es un rollo sin ti. Cuidate, ¡muakis!»
 
¡Vaya! Pensé que el señor “soy un ogro”, estaría en San Francisco y no en Manhattan, ¿habrán encontrado ya un sustituto para el gerente de la otra delegación? Mientras bajo en el ascensor, le contesto a mi amiga.

 
«Hola guapa, estoy genial. El vuelo un poco largo, pero merece la pena, la isla sigue tan maravillosa como siempre. ¿Así que tenéis marejada en la oficina? Lo siento, pero bueno, ya sabes como es el señor Dempsey, mándalo al carajo y, hazte la loca, tu ni caso. Mañana te enviaré unas fotos para darte envidia, jeje. ¡kisesssss!»
 
 
Salgo del hotel y, con paso tranquilo, me dirijo al restaurante, pero en el mismo momento que traspaso la puerta de éste, me arrepiento de haber ido allí a cenar, porque la mayoría de las mesas están ocupadas por parejas. Se me cae el alma a los pies al ver tanta demostración de amor a mi alrededor. Sentada en una mesa junto a un gran ventanal que da al puerto, no puedo dejar de sentir algo de envidia al ver lo que me rodea. Es un restaurante precioso, y si, también muy romántico, lo que intensifica mi soledad en el plano sentimental. Quizá en otro tiempo, ni siquiera lo habría pensado, pero viendo mis circunstancias actuales en las que estoy más sola que la una, pues no puedo dejar de sentirme mal por ello.
 

El camarero, retira el cubierto que está frente a mi y, que nadie utilizará, joder, si hasta parece que me mira con lástima y todo, que situación más bochornosa. A lo mejor son solo imaginaciones mías, pero creo que también me miran algunos de los comensales allí presentes. ¡A la mierda, no voy a permitir que esas miradiditas me amarguen la cena!
 
A parte de disfrutar de unos riquísimos fetuccini al pesto, también disfruto de la panorámica que tengo ante mi. El mar, montones de estrellas brillando en el cielo, los barcos iluminados con luz tenue… La vista es espectacular, y si, creo que dado con el rincón más romántico de la isla y, también creo que esta será la primera y, la última vez que venga aquí, así que intentaré grabar en mi memoria tanta belleza.

Después de la deliciosa cena que he conseguido disfrutar a pesar de los pesares, camino hasta la playa, me quito los zapatos de tacón y decidida, entierro los pies en la fría arena, me acerco a la orilla y, contemplo el mar que está en absoluta calma. ¡Os juro que esto es una autentica pasada! Me quedo allí un buen rato, simplemente disfrutando de la brisa nocturna en mi cara y de la calma que me rodea y, sin querer, pienso en lo qué hubiera pasado si Daniel y yo, nos hubiéramos reconciliado, ¿estaría aquí conmigo disfrutando de todo esto? Posiblemente si, se me encoge el corazón al volver a ser consciente del error tan grande que cometí al negarme a tener una relación con él. Aunque bueno, viendo el poco tiempo que tardó en buscarme una sustituta, quizá no haya sido tan mala la decisión después de todo ¿no?
 

Ya en el hotel, me doy una ducha rápida para quitar los restos de arena de mis pies y, me pongo cómoda, a pesar de que hoy no he hecho especialmente nada, estoy agotada y, me acuesto. Enciendo el televisor, en uno de los canales, están poniendo una película que siempre me gustó mucho, “ La Milla Verde”, me gusta precisamente porque no es una historia de amor de esas imposibles que al final te hace llorar, porque las flechas de cupido han dado en el blanco y todo termina bien, no obstante, el final de esta película también te hace llorar, por lo menos a mi que no soy de lágrima fácil. La veo, y claro, termino llorando como una magdalena, con lo bueno que era el pobre hombre y, lo mal que terminó, sin tener culpa de nada…
 

Dispuesta a dormir, cojo el móvil para silenciarlo y para mi sorpresa, veo un sobre en la pantallita que me recuerda momentos pasados. ¿Será él? ¿Estará pensando en mi? Porque yo si que pienso en él, continuamente. Suspiro, y con los nervios instalados ya en mi estómago, lo leo.
 
«Te echo de menos nena…»
 

«¡Dios, y yo te echo de menos a ti capullo arrogante y déspota! Si no te hubieras presentado en mi fiesta de cumpleaños con la tetona, ahora todo sería diferente, porque yo me habría acercado a ti y, te hubiera pedido una oportunidad para descubrir si lo nuestro merecía la pena o no—murmuro a la pantalla del teléfono molesta». ¿Qué hago? ¿Le contesto o, hago lo mismo que él me hizo a mi, que me tuvo varios días sin saber nada de él? Nada, mejor dejarlo correr, ¿qué sentido tendría volver a empezar de nuevo con mensajitos de texto? Apago el teléfono y, cierro los ojos suplicándole a morfeo que no me abandone esta noche, que necesito dormir para no pensar en él.
 
Me despierto tarde, muy tarde, porque obviamente el desgraciado de morfeo no me ha hecho ningún caso y, cuando conseguí quedarme dormida, ya empezaba a amanecer, y lo único que he conseguido, es despertarme con un dolor de cabeza espantoso. Me tomo un ibuprofeno y preparo la bolsa de la playa mientras espero a que me suban un café y unas tostadas. Hoy pasaré el día en la “Cala Jondal”, es una amplia bahía, tranquila y, maravillosa.
 

Antes de untarme el cuerpo con protector solar, me doy un baño. El agua está estupenda, ni fría ni caliente. Nado durante un rato y, cuando ya tengo la respiración entrecortada por el esfuerzo, salgo para tumbarme al sol. En el hotel, me han preparado una bolsa con comida, son super amables y atentos conmigo, un encanto la verdad, por eso me gusta tanto venir aquí. El calorcito del sol sobre mi piel, me adormece, creo que no tardaré mucho en quedarme dormida profundamente. En estos momentos, me siento bien, relajada, a decir verdad, estoy hasta contenta, porque he tomado una decisión mientras venía de camino hacia aquí. En cuanto vuelva a Manhattan y vea a Daniel, voy a ser clara con él y decirle lo que siento, que estoy dispuesta a seguir adelante con lo nuestro… ¡Ojalá él estuviera aquí conmigo…!















 


8 comentarios:

  1. Yo también echo de menos a Daniel durante sus vacaciones!! jajajaja. Espero que Olivia lo pase muy bien, pero ya estoy deseando que vuelva para que hable con él, ejem, ejem. Qué malo es esto de estar enganchada jajajaja.

    Muy bueno, Virginia, como siempre :))

    Un beso!

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    1. Las vacaciones pasarán rápido Julia, paciencia!! jiijiji
      Gracias Besin :)

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  2. Ohhhh en todo momento he esperado a Daniel llegando a la isla. Aún quedan vacaciones, ¿quien sabe?
    Me encanta.
    Un besillo.

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    1. jjajjajaj Bueno, aún no se sabe, te puedo adelantar que ella se lo pasará muy bien y que conocerá gente!!
      Gracias María!! Besin :)

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  3. He vuelto a ver como le va a Olivia con su vida, ya veo que sigue igual de entretenida y pasándoselo bien jajajaaj.

    Me gustó mucho Virginia.
    Un abrazo.

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    1. Hola Mila pues si, ya ves que Olivia no se aburre nada de nada!! jiij
      Gracias Besin :)

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  4. Ahora le toca relax y descanso, pero su cabeza no la deja tranquila. Ahora me voy a ver los reyes magos y después seguido a trabajar. Seguiré mañana...... Un abrazo

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    1. Ya ves que aunque las vacaciones son para relajarse, a Olivia le cuesta mucho hacerlo, no hay quien pueda con ella!! Jajajaja
      Gracias Besin :)

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