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martes, 13 de octubre de 2015

R.D.C. JACK SPARROW

 
 
 
 
 
 

 
Llego al edificio “Comcast Center” pasadas las doce de la noche. Me siento como Cenicienta, bueno, una Cenicienta diferente, porque en lugar de irme del baile, llego, y tampoco llevo zapatos de cristal, los míos son unos Guess de color rojo sangre. Una de mis últimas adquisiciones para estos menesteres. Entro en el ascensor y pulso el botón número cincuenta y siete, que me llevará directamente al ático donde hoy se celebra la reunión del “Lust”. Siempre soy muy puntual en estas reuniones, en cambio hoy, he decidido llegar un poco más tarde, esperando que la conquista que tengo en mente ya esté allí.
 
Miro mi reflejo en las paredes de espejo del ascensor. La camisola de raso blanco, con el fajín rojo, me quedan muy sexy y me veo espectacular. Si si, baja modesto que sube “La reina de corazones”. Me he recogido mi larga melena morena en una trenza, en la que intercalado una cinta de raso también en color rojo. A través del antifaz, mis ojos azules pintados en tonos ahumados brillan de emoción ante lo que me deparará esta noche. En mi cabeza un propósito, conocer a “Jack Sparrow” y follármelo.
 
Las puertas del ascensor se abren dándome paso directamente al vestíbulo en penumbra del ático. En la puerta principal, dos esculturas griegas de carne y hueso me dan la bienvenida. Tras los trámites de rigor, entro en un enorme salón atestado de gente, la mayoría vestidos con túnicas finas y elegantes. Camino erguida y con paso firme, sin miar a nadie en particular. Llego a la barra y pido mi bebida favorita, esa que solo me bebo cuando estoy aquí, metida en el papel de una mujer que nada tiene que ver conmigo en el día a día, ¿o si?
 
Con la copa de balón en la mano, me dirijo a una columna de piedra beige, me apoyo en ella y miro disimuladamente los rostros de la gente, intentando distinguir entre el barullo a mi presa. Pero no le veo, quizá no haya venido y al final no pueda llevar a cabo mi plan. Sería un fastidio, porque estoy bastante decidida, pero siempre puedo intentarlo en otra ocasión.
 
Una mano cálida se posa en mi espalda, giro un poco la cabeza para ver a quien pertenece esa mano, y un hombre me sonríe. No es Hércules, y por supuesto, no es Jack Sparrow, pero es atractivo y su sonrisa me gusta. Me giro completamente, dando la espalda al resto de los allí presentes para dedicarle todo mi atención. Se presenta como Platón, «pero solo por esta noche —me dice— el resto de las noches, soy “Pinocho”, y puedo asegurarte que no me llamo así porque tenga la nariz grande. Tu debes de ser Afrodita...». Suelto una carcajada y niego con la cabeza.
 
Soy “La reina de corazones”, Afrodita se ha quedado en casa, tenía jaqueca… —Vuelve a sonreír y se acerca para darme un beso en la mejilla. Sus labios son suaves, y también me gustan.
 
Charlamos durante un rato, intercambiando bromas y comentarios subidos de tono que van haciéndome presagiar que después de todo, y a pesar de que mi presa no esté aquí, será una buena noche. Nos acercamos a la barra para tomar otra copa, allí nos encontramos con Bella, y más tarde con Hércules que va vestido de Eros. ¡Está impresionante! Los cuatro hablamos amigablemente, por lo que veo Pinocho es muy conocido en el club, sobretodo por su sentido del humor y por su ¿nariz grande? Bueno, eso espero poder confirmarlo personalmente más tarde.
 
  El salón, cada vez está más lleno de gente. Es la primera vez desde que vengo a las reuniones que veo tanta gente, me agrada ver que somos muchos los que disfrutamos de este tipo de clubes. Alguien pegado a mi espalda, alarga la mano para coger una copa que hay encima de la barra mientras apoya la otra en mi cintura haciendo, que me respigue de pies a cabeza. Veo que Bella enarca una ceja y sonríe burlona, ¿qué coño está pasando detrás de mi? Miro por encima de mi hombro y… ¡joder, los ojos de Jack Sparrow me taladran la espalda! Me pongo nerviosa al instante, y vuelvo a mirar al frente. ¡Mierda, ahora que lo tengo detrás de mi, ni siquiera me atrevo a mirarlo!
 
Jack querido —saluda Bella—, que alegría verte por aquí…
Bella. —Contesta con una inclinación de cabeza a modo de saludo.
Creo que ya conoces a Hércules y a Pinocho ¿verdad? —Él asiente— ¿Conoces también a Reina?
No.
Eso lo soluciono yo en seguida —dice Bella resuelta.— Reina cielo, te presento a Jack Sparrow. Jack sparrow, te presento a Reina de corazones. —Me giro por completo para poder saludarlo, ¡Dios, este hombre es increíble! El calor que desprende su mano en mi espalda me abrasa, y el de sus labios al posarse en mi mejilla, me enciende. Me separo unos centímetros de él y le hago un hueco para que se una a nosotros, pero no lo hace. Me acaricia la espalda lentamente y después se va. ¿Qué narices ha sido eso?
 
Ni siquiera ha cruzado una palabra conmigo, tan solo se han rozado nuestras pieles, sus labios, su mano… ¡Dios, es un hombre poco hablador, seco y arisco, pero como me pone…! Las tres personas que tengo en frente, me miran expectantes, supongo que esperando a que haga algún comentario, pero no les doy el gusto. Me llevo la copa a las labios y bebo para refrescar la boca que se me ha quedado seca después de ver Jack.
 
Seguimos hablando, como si no hubiera pasado nada. Como si la aparición de ese magnifico hombre no hubiera tenido lugar, aunque para mi líbido sigue estando muy, muy presente. Mi nuevo amigo Pinocho, mantiene las distancias, sigue comiéndome con los ojos, pero ya no actúa como si quisiera follarme a la primera de cambio. ¿Tendrá algo que ver Jack Sparrow? ¿Habrá algún tipo de código que yo desconozca? Nota mental: «volver a revisar las normas del club, por si me he pasado algo por alto».
 
Algo más tarde, después de habernos tomado otra copa más, Hércules desaparece acompañado de una rubia explosiva, es evidente que para esos dos, empieza el juego, y yo empiezo a ponerme nerviosa porque nadie parece querer jugar conmigo esta noche. Entonces, veo a una camarera con una bandeja pequeña en las manos que se acerca al grupo. Extrañada miro a Bella que no deja de sonreír.

Querida —me dice—, apostaría todo lo que llevo en mi carterita que eso que viene en la bandeja, es para ti. —Me guiña un ojo y yo no entiendo a que se refiere hasta que la camarera llega a nuestro lado y me mira.
Disculpe, ¿es usted Reina de corazones? —Asiento nerviosa— Me han pedido que le entregara esto. Estaré detrás de esa puerta esperándola. —Cojo el sobre que me entrega y miro a mis acompañantes que por sus caras, ya deben saber de que se trata.
¿Qué significa esto? —Les pregunto.
Es una invitación para jugar Reina —contesta Pinocho divertido— Ábrela.
Es un sobre dorado, exactamente igual al que nos envían para invitarnos a las reuniones. Lo abro, y dentro hay un papel dorado escrito a mano y una llave. Leo la nota…
 
«Deseo que aceptes esta invitación, la llave te llevará a la habitación de los espejos, donde yo, estaré esperándote impaciente. Si tu respuesta es NO, devuelve el sobre cerrado a la chica que te lo haya entregado. Si por el contrario tu respuesta es SI, simplemente ven. J.S.»
 
¡Madre mía, creo que mi tanga se ha desintegrado por la emoción! No puedo creérmelo, ¿Jack Sparrow me está invitando a jugar? Oh siiii, al final va a resultar que esta es mi noche de suerte. Me despido de mis acompañantes y me dirijo a la puerta donde me espera la chica que me ha entregado la invitación. Me guía por un pasillo ancho, largo, por donde no hay ni un alma. Aunque imagino que detrás de cada puerta que vamos dejando atrás hay mucha diversión y mucho sexo.
 
Cuando estamos delante de la habitación, le doy las gracias a la chica y esta se va por donde hemos venido. Saco la llave del sobre y la miro. ¡Joder, el corazón me late tan deprisa que si abro la boca saldrá disparado! No sé porque estoy tan nerviosa, en las veces anteriores no fue así, ¿por qué hoy si? «Vamos Reina, no te lo pienses más y entra —Me apremio.» Sin dudarlo ni un segundo más, meto la llave en la cerradura y abro.
 
Entro, lo primero que veo, es que todas las paredes son de espejo, del techo al suelo. Mire donde mire, me veo reflejada. ¡Joder, esto va a ser muy intenso! Por el hilo musical, salen las notas de una canción que reconozco al instante, es “I Don´t want to miss a thing”, una canción de Aerosmith para la banda sonora de una de mis pelis preferidas, “Armagedon”. Él está en el centro de la habitación, con las manos metidas en los bolsillos, observándome. Lleva un traje negro, camisa blanca y corbata rojo sangre, igual que mis zapatos. La máscara que solo deja descubiertos sus ojos y su boca, es de color negro.
 
Se acerca, despacio. Levanta una mano y me acaricia el rostro, el cuello, el hombro desnudo sobre el que descansa la trenza de mi pelo. No dice nada, yo, tampoco. Con manos expertas, quita el broche que sujeta la camisola a mi hombro izquierdo y, esta cae al suelo, a mis pies. Mira mi cuerpo con deseo, desliza sus manos por él, introduce dos dedos en el minúsculo tanga de encaje blanco y lo desliza por mis piernas. El roce de sus dedos en mi piel me quema, me arde, cierro los ojos y gimo. ¡Jesús, este hombre me va a matar!
 
Se coloca detrás de mi, su lengua húmeda y caliente recorre mi espalda, produciendo descargas eléctricas allí por donde pasa. ¡Por favor, voy a derretirme! Miro al suelo, y veo su ropa junto a la mía. Entonces me pego a él, quiero tocarlo, sentir el tacto de su piel, absorber el calor que emana de él. Se pone frente a mi, apoya sus manos en mis caderas y caminamos juntos, el hacia adelante, yo hacia atrás, hasta que mi espalda nota el frío del cristal. Entonces se inclina y devora mi boca, con ansia, con desesperación. Nuestras lenguas se buscan, se encuentran y bailan desenfrenadas. El deseo no me deja ver, ni oír, solo sentir. Estoy totalmente entregada, soy una marioneta en sus manos. ¡Joder, quiero sentirlo dentro de mi, lo necesito! Entonces como si leyera mi mente, me levanta, abrazo su cintura con mis piernas y de un empujón, entra en mi. ¡Oh si, oh si, joder es brutal! Me aplasta contra la pared, entra y sale, entra y sale a un ritmo que me vuelve loca, me pone al límite en cuestión de segundos. Miro la imagen que me devuelve el espejo de enfrente, piernas, manos, lenguas, lujuria, placer… ¡Dios, soy una voyeur disfrutando de lo que ve! Sus estocadas no me dan tregua, me embiste con dureza, cinco, seis, siete, doce… ¡Hostia puta esto es muy muy intenso! Jadeamos, nos tensamos, volvemos a jadear y solo cuando escucho su voz diciéndome… «Córrete Reina, córrete para mi», me dejo ir y, el orgasmo más alucinante del mundo nos transporta a una dimensión desconocida, al menos para mi.
 
Dos, tres, o cuatro horas más tarde, no estoy muy segura, Jack Sparrow me da un beso tierno en los labios y me susurra al oído… «Nos volveremos a ver, por cierto, bonito tatuaje...»